Monday, July 11, 2005

La chica de Ringuelet y el culto a la personalidad

Finalmente, la chica de Ringuelet tuvo su fiesta de Quince.
Llegó varios años despues pero finalmente la chica rebelde de la cuadra suburbana tuvo su video personal, tuvo la música preparada especialmente, tuvo los globos y los papelitos, tuvo las luces estudiadas hasta el último detalle, tuvo el cotillón preciso para reslatar su figura enfundada en un vestido perfectamente dotado para ocultar lo que tenía que ocultar y para mostrar lo que era necesario mostrar.
La fiesta de la chica de Ringuelet tuvo los discursos laudatarios de los escasos oradores que debían darle marco a su propia reinvindicacion y tuvo en la platea del escenario soñado a sus seres queridos, esos que la quieren porque ella es así como es rebelde y dura con quienes no se atreven a reconcer su destino regio.
Esos seres queridos ocupar sus lugares con la sonrisa de la sarisfacción personal y escucharon con evidente placer cuando la chica de Ringuelet se atrevió a centrar su discurso en la reivindiación de la saga familiar y personal, ignorando deliberadamente el conextoo político de su propia presentación como candidata a senadora.
Fue una desmesura, sin duda, que solamente le es permitida a la chica de Ringuelet porque ella es quien suele marcar con rigor vengativo la cara de todos aquellos que se atreven a dudar siquiera por un minuto del destino manifiesto de poder hegenico que ha ungido a la dinastía patagónica desde toda la eternidad
Aquella platea desbordante y chorreada de admiración a la chica de Ribguelet, se distinguía ante todo por la presencia evidente de ciertos favorecidos por el poder naciente que no evitaron el necesario rito del elogio desmedido porque saben que finalmente la chica de Ringuelet está convencida desde chica que ha nacido para Reina y para eso se ha preparado toda su vida.
Todo estuvo en su lugar y la chica de Ringelet tuvo su noche feliz de apoteosis desmedida.
Sin embargo no deja de llamar la atención el hecho de que ese tipo de demostraciones parece comenzar a instalar en la Argentina de este tiempo el renacimiento de un siempre peligroso culto a la personalidad, donde los elogios desmedidos hacia quienes están en el poder comienzan a ser la condición necesaria para el éxito político o el éxito económico de los actores públicos.
Solamente a través de ese fenómeno perverso pueden entenderse las declaraciones de algunos de los presentes en la noche de gloria de la chica de Ringuelet, quienes elogiaron con desmesura un discurso previsible y repleto de agresiones pensadada y de lugares comunes aburridos.
Son los tiempos de esta nueva Argentina, donde la nueva politica se construye con los capitanes de los supuestos clanes mafiosos que ahora se denuncian y que hace apenas dos años fueron el medio habil para llegar al poder.

Thursday, March 10, 2005

BOLIVIA O LA UTOPIA DE LA CONTENCION


Lejos de solucionarse, la crisis boliviana solamente ha empeorado luego de la maniobra del Presidente Mesa, buscando el apoyo del Congreso para poder llevar adelante su gobierno a través de la presentación de su renuncia.
El mandatario provisional boliviano no ha logrado con esa crisis desatada a conciencia que Evo Morales y los grupos de izquierda que permitieron su llegada a la Presidencia --a través de la insurrección social que derrocró al Presidente Sánchez de Losada-- se rindieran ante su autoridad y aceptaran que solamente el gobierno puede tener el monopolio del uso de la fuerza en el espacio público.
Morales quitó hace por lo menos dos meses su apoyo al precario gobierno del Presidente Mesa, tal vez cuando entendió que esa alianza terminaría por enemistarlo con la base social, campesina y étnica que podría llevarlo al poder más temprano que tarde, en algún momento de esta crisis constante que solamente se profundiza.
De algún modo, ese entendimiento de hecho entre Morales y Mesa estaba basado en la certeza de que el presidente provisorio haría todo lo necesario para evitar la anarquía y no haría nada para evitar el acceso del líder cocalero al poder.
El equilibrio se rompió cuando Mesa decidió comenzar a desarrollar su propio proyecto de poder, atendiendo tanto a las demandas de los ricos departamentos surorientales que no quieren saber nada con la hegemonía de los indios del altiplano, como a los reclamos de las compañías que explotan los recursos naturales del país que reclaman desde hace por lo menos tres años ciertas reglas de juego más o menos claras para hacer sus negocios.
Sucede que el gas boliviano se ha transformado en una mercancía muy valioso en una región que padece el alza de los precios de los combustibles de un modo casi dramático. Y Bolivia es el segundo productor de gas de América del Sur, un insumo imprescindible para el desarrollo industrial incipiente de los países más avanzados de la región.
Hasta ahora, la estrategia del gobierno argentino en Bolivia fue la de apoyar la estrategia de Morales para llegar al poder, ocupando el rol del "amigo razonable" del líder cocalero. Su accionar en ese rol ha recibido amplio elogios de parte del gobierno de los Estados Unidos, tal vez porque la presencia argentina en Bolivia sirvió para diluir los errores del Departamento de Estado y de la Casa Blanca cuando intentaron plantear que la eliminación de Morales era la condición necesaria para que ese país siguiera ayudando a la nación del altiplano.
Morales es un político muy inteligente que ha sabido establecer muy buenos vínculos con la española Repsol --la principal inversora en el negocio energético del país-- y la argentina Techint que mantiene inversiones importantes en los sistemas de distribución y elaboración del gas que allí se produce.
Morales también ha sabido usar hasta aquí con evidente inteligencia, a los grupos más radicalizados de la izquierda indigenista boliviana. A sus amigos del gobierno argentino les ha dado el magnífico argumento: todo sería peor en su país si Felipe Quispe --líder aymara-- llegara al poder, y si "la situación se desbordara".
Con gusto ha aceptado el gobierno argentino esa estrategia; de hecho, el propio Presidente Kirchner ha repetido en más de una reunión internacional que es preferible que Morales llegue al gobierno porque de algún modo va a asegurar la gobernabilidad "y la unidad nacional" y que además la influencia del gobierno argentino podría moderarlo y transformarlo en "un gobernante razonable" en cierto tiempo.
Los hechos parecen demostrar que esa maniobra tiene un límite. Morales ha vuelto a consolidar su alianza con Quispe y los líderes izquierdistas y está decidido a avanzar en una estrategia de "confrontación inteligente" contra el Presidente Mesa. Sabe que la condición para seguir avanzando es no aislarse de su base social y política y por eso mismo no renuncia a ninguna de las posiciones "de máxima" que lo llevaron a liderar la insurrección que derrocó a Sánchez de Losada
Esa estrategia vino a exponer Morales a Buenos Aires hace dos semanas cuando fue recibido por el Secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli y por el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia Carlos Zanini.
Morales sabe que el poder va a caerle en las manos, a pesar de que Condolezza Rice ya lo ha definido como un peligro para la democracia en el Cono Sur.
La "estrategia de contención" que el gobierno K ha usado hasta ahora frente a la crisis bolviana se ha demostrado que es solamente un discurso para seducir diplomáticos y políticos; Evo Morales no ha variado sus puntos de vista ni sus alianzas internacionales con Fidel Castro y con Hugo Chávez.
Por primera vez, la política exterior del gobierno de Néstor Kirchner parece acercarse a uno de esos momentos de definiciones donde las maniobras ingeniosas y los discursos dobles pierden eficiencia ante la contudencia de la crisis.

Tuesday, February 08, 2005

LAS NOVEDADES DEL SEÑOR CHENEY


La intensa propaganda oficial alrededor de la visita de Daniel Scioli a la Casa Blanca no ha logrado disimular lo más importante de ese viaje.
Los estrategas mediáticos del gobierno K no repararon en un datalle mayor: el vice presidente de los Estados Unidos le comunicó al vice presidente de la Argentina que la paz de América del Sur está en peligro y que quien la pone en riesgo es el régimen de Hugo Chávez y su estrategia político militar de alcance regional.
Es una novedad demasiado contundente como para ser ignorada en un continente donde hasta hace unos años los cancilleres solían enorgullecerse del logro de haber transformado a América del Sur en una "zona de paz" en un momento con conflictos de diversa índole.
Seguramente los poderosos hombres que desde el Palacio Presidencial se ocupan de decidir de que se van a enterar los argentinos, de que van a hablar y que conclusiones van a sacar al cabo de cada día pasaron por alto estos detalles porque estaban demasiado preocupados por demostrar que la Casa Blanca, una vez más ha vuelto a apoyar de un modo irrestricto a la Administración Kirchner.
O tal vez porque ya han decidido disimular con el silencio la alianza estratégica que ya se verifica entre los gobiernos de Caracas y de Buenos Aires.
Las contundentes informaciones escuchadas por Daniel Scioli acerca de los planes militares clandestinos del gobierno de Hugo Chávez no pueden menos que haberle hecho recordar tanto el almuerzo que había compartido con el líder bolivariano hace una semana en la Casa Rosada, como los gestos de cariño que le dedican al polémico presidente venezolano la totalidad de los integrantes de la "mesa chica" kichnerista.
En esa oportunidad el vicepresidente tuvo oportunidad de escuchar directamente de Chavez su idea acerca de la "inevitable" batalla continental con los Estados Unidos y de presenciar como ningún funcionario argentino le rebatía los argumentos.
Es un contraste llamativo tanta familiaridad por un lado y tanta agresividad por el otro.
Seguramente esa fue la razón por la cual Daniel Scioli se limitó a declarar que está "seguro de que Argentina seguirá siendo un aliado de los Estados Unidos" en el complejo juego de la paz y la seguridad regional.
Era lo que tenía que decir a la salida de la Casa Blanca y después de la entrebista política más importante que ha tenido en su vida.
Pero seguramente no habrá escapado a su percepción el hecho de que esta vez el representante de los Estados Unidos no agradeció por las posiciones públicas tomadas desde Buenos Aires, sino que instó a la Argentina a jugar un rol en la tarea de aventar el peligro regional que significa la estrategia del Presidente Chávez.
No es poca advertencia para una nación que demasiadas veces ha operado en el terreno internacional, asumiendo que sus actos no traerían consecuencias.