Tuesday, February 08, 2005

LAS NOVEDADES DEL SEÑOR CHENEY


La intensa propaganda oficial alrededor de la visita de Daniel Scioli a la Casa Blanca no ha logrado disimular lo más importante de ese viaje.
Los estrategas mediáticos del gobierno K no repararon en un datalle mayor: el vice presidente de los Estados Unidos le comunicó al vice presidente de la Argentina que la paz de América del Sur está en peligro y que quien la pone en riesgo es el régimen de Hugo Chávez y su estrategia político militar de alcance regional.
Es una novedad demasiado contundente como para ser ignorada en un continente donde hasta hace unos años los cancilleres solían enorgullecerse del logro de haber transformado a América del Sur en una "zona de paz" en un momento con conflictos de diversa índole.
Seguramente los poderosos hombres que desde el Palacio Presidencial se ocupan de decidir de que se van a enterar los argentinos, de que van a hablar y que conclusiones van a sacar al cabo de cada día pasaron por alto estos detalles porque estaban demasiado preocupados por demostrar que la Casa Blanca, una vez más ha vuelto a apoyar de un modo irrestricto a la Administración Kirchner.
O tal vez porque ya han decidido disimular con el silencio la alianza estratégica que ya se verifica entre los gobiernos de Caracas y de Buenos Aires.
Las contundentes informaciones escuchadas por Daniel Scioli acerca de los planes militares clandestinos del gobierno de Hugo Chávez no pueden menos que haberle hecho recordar tanto el almuerzo que había compartido con el líder bolivariano hace una semana en la Casa Rosada, como los gestos de cariño que le dedican al polémico presidente venezolano la totalidad de los integrantes de la "mesa chica" kichnerista.
En esa oportunidad el vicepresidente tuvo oportunidad de escuchar directamente de Chavez su idea acerca de la "inevitable" batalla continental con los Estados Unidos y de presenciar como ningún funcionario argentino le rebatía los argumentos.
Es un contraste llamativo tanta familiaridad por un lado y tanta agresividad por el otro.
Seguramente esa fue la razón por la cual Daniel Scioli se limitó a declarar que está "seguro de que Argentina seguirá siendo un aliado de los Estados Unidos" en el complejo juego de la paz y la seguridad regional.
Era lo que tenía que decir a la salida de la Casa Blanca y después de la entrebista política más importante que ha tenido en su vida.
Pero seguramente no habrá escapado a su percepción el hecho de que esta vez el representante de los Estados Unidos no agradeció por las posiciones públicas tomadas desde Buenos Aires, sino que instó a la Argentina a jugar un rol en la tarea de aventar el peligro regional que significa la estrategia del Presidente Chávez.
No es poca advertencia para una nación que demasiadas veces ha operado en el terreno internacional, asumiendo que sus actos no traerían consecuencias.